NewsLetter #39: Me muevo, luego existo 🚶🏻‍♂️

NewsLetter #39: Me muevo, luego existo 🚶🏻‍♂️

CUIDAR DIGNAMENTE nº 39

Me muevo, luego existo 🚶🏻‍♂️

 

«Me muevo, luego existo». Haruki Murakami.

«Para mí, si la vida se reduce a una sola cosa, es movimiento. Vivir es mantenerse en movimiento». Jerry Seinfeld.

La semana pasada se celebró el Día Mundial de la Fisioterapia y esto nos ha inspirado a hablar de la movilidad en edad avanzada.

El que os habla, redactor habitual de los boletines, se ha sentido tocado muy personalmente por este tema.

Mi padre tiene 91 años y vive en las islas Canarias, a 2.500 km de distancia de sus hijos, a pesar de las reiteradas invitaciones a que venga a vivir con nosotros.

Hasta los ochenta y muchos, mi padre era muy activo.

Salía a caminar cada día y era habitual que volviese entrada la tarde. Nos contaba sus rutas y costaba creer que a esa edad tuviera tanta energía.

Pero llegó la pandemia. Se quedó confinado en casa, muy a su pesar. Fue el comienzo del declive.

Su apartamento de 25 m2 no daba mucho margen para mantenerse activo. Cada vez pasaba más tiempo tumbado.

De forma inexorable fue perdiendo el ánimo y la musculatura. Para cuando volvió la plena libertad de circulación, mi padre ya no tenía ganas de salir.

Y sus piernas cada vez le respondían menos. Entró en ese círculo vicioso de: a menos movilidad, menos fuerza muscular y peor estado de ánimo, y cada vez te mueves menos…

Además, empezó a caerse, y cada vez más frecuentemente.

Hoy nos encontramos en una lucha por vencer a la inmovilidad.

Hay que decir que mi padre siempre ha sido de carácter difícil. No se deja aconsejar y menos cuidar (hasta el momento)

Le hemos intentado convencer de usar un andador, de contratar a un fisio para hacer rehabilitación, de que una persona que tiene cerca le ayude a ir paseando por el pasillo del edificio un poco cada día para ir recuperando… Se niega a todo.

Está en una actitud totalmente refractaria, fruto de su carácter pero también, suponemos, de su precario estado emocional.

Ahora tenemos una pequeña esperanza puesta en una persona que hemos puesto en su vida.

Una mujer dulce y compasiva a la que contratamos para hacer la limpieza varios días a la semana y que se ha convertido, de forma espontánea, es su cuidadora informal.
Le da conversación y le cuida más allá de lo que se le pide.

Ella le ha propuesto dar paseos en silla de ruedas y, a diferencia de las muchas veces que se le había invitado antes, no se ha negado en redondo.

Quizá ella sea capaz de sacarle de nuevo al mundo, que respire aire puro y disfrute del sol, que converse con los vecinos…

Quizá esto arranque una espiral positiva que le haga más receptivo a las propuestas que le hacemos. Quizá recupere algo de movilidad…

Mi padre no tiene ningún problema de salud, más allá de la apatía y la falta de tono muscular, pero somos conscientes de que una mala caída o estar tanto tiempo en cama puede desencadenar todo tipo de problemas.

Esta historia no tiene aún un final, pero ilustra bien la necesidad de mantener la movilidad, en cualquier momento de la vida pero de forma esencial cuando envejeces.

Las personas mayores de Okinawa son un ejemplo en positivo .

En esta isla japonesa, el promedio de personas con más de 100 años es uno de los más altos del mundo. Casi dos tercios de ellos gozan de autonomía y buena salud hasta la edad de 97 años.

Una de las razones es que mantienen siempre un alto nivel de actividad.
Quien más, quien menos, todos cultivan un huerto, bailan frecuentemente… En fin, se mueven mucho.

Según un estudio conjunto de las universidades de Cádiz y Sídney, dar 10.000 pasos al día reduce el riesgo de sufrir demencia en un 50%, cáncer en casi un 30%, y enfermedades cardiovasculares en cerca de un 50%.

No dejemos de movernos y fomentemos la movilidad de nuestros mayores, antes de que sea demasiado tarde.

Un saludo
El equipo de FCD