| Mauro fue un joven sin problemas, más allá de su timidez, hasta que a mitad de carrera de Medicina la esquizofrenia hizo presencia.
Después de unos primeros años difíciles con ingresos hospitalarios intermitentes, entre los 35 y los 55 años consiguió una cierta estabilidad, libre de brotes e ingresos, conviviendo con sus padres.
Sin embargo, al morir estos, la vida de Mauro fue deteriorándose hasta acabar en un centro de salud mental donde era sujetado frecuentemente, cuando sufría brotes violentos.
Al pasar los años se le envió a una residencia de ancianos, donde no estaban acostumbrados a manejar este tipo de comportamiento, irrespetuoso y a veces violento.
Sus insultos y amenazas incomodaban al personal y se produjo una situación laboral complicada por las quejas del equipo a la gerencia.
A petición de la familia, Mauro acabó en nuestra residencia, donde ya teníamos muy integrada la Atención Centrada en la Persona.
Era un caso difícil y tuvimos que poner todo nuestro saber hacer en juego.
Nos dimos cuenta de que la clave de no haber tenido brotes durante 20 años era que estaba adaptado emocionalmente a su hogar.
Así que hicimos todo lo posible para conseguir que se sintiera así con nosotras y que nos necesitase emocionalmente.
Lo primero fue indagar en su historia vital, en sus emociones y preferencias, para entender todos los factores que afectaban a su comportamiento, el conocido como «sumatorio del comportamiento».
Inicialmente se le consintió un poco, dejándole hacer, para que se sintiera cómodo, y se respondía con empatía y paciencia a sus comportamientos desagradables.
Creando un entorno que les resultara tolerable, acabó necesitando de nosotras.
Entonces, poco a poco y con firme delicadeza, empezamos a pactar con él.
Si deseaba permanecer en el entorno que le ofrecíamos y que a él le convenía, tenía que respetar nuestro pacto en cuanto a comportamiento con las auxiliares, la manera de hablar, la higiene, etc. A la socialización, en suma.
Con el tiempo, Mauro consiguió adaptarse y tener una vida digna, siendo tratado como adulto que participa de las decisiones que le afectan.
Esta historia, que se cuenta con más detalle en el libro «Cuidar» de la Dra. Ana Urrutia, ilustra el enorme impacto del buen trato en la calidad de vida de las personas con patologías mentales.
Por fortuna, cada día hay más historias de éxito en el cuidado personalizado como ésta. Seguimos trabajando para que sean la norma.
Un saludo
Equipo FCD |
