Cuidar sin sujetar, cuidar con dignidad

Como ya os veníamos anunciando, estrenamos página web y blog, pero nos parecía importante para la Fundación Cuidados Dignos, rescatar un texto de opinión que redactó nuestra presidenta Ana Urrutia hace algún tiempo, tras una entrevista que le realizaron para La Vanguardia, y que os hemos resumido a continuación e invita a hacer una reflexión profunda acerca de cómo cuidar, cómo hacerlo mejor y cómo hacerlo sin «sujetar»:

 

Algunas organizaciones sujetan mal y otras lo hacen bien, pero en definitiva, siguen sujetando. Cuando es palpable que cada vez somos más profesionales en muchas cosas, en muchísimas, choca ver que nos cuesta serlo cuando se trata de reconocer que tenemos no solo que sujetar bien, sino que debemos de dejar de sujetar.

Son ya 10 años trabajando e investigando sobre las sujeciones y me considero una experta en el tema; además no soy “alarmista”, y en consecuencia no hago demagogia con ello. Lo que ocurre es que la realidad de la sujeción en España es de “alarma social”, y mientras sigamos siendo complacientes con ello, seguirá siéndolo, de forma, que un cambio social que se puede producir en el curso de 4 o 5 años, se producirá en 20. Y a mí eso me resulta éticamente inaceptable…

Es mucho el tiempo que llevo luchando porque en España se deje de sujetar y las respuestas que recibo son “en mi centro se sujeta lo necesario”… Y mi pregunta es, “¿cuánto es lo necesario?, ¿lo que decidimos los médicos de los centros?, ¿lo que decidimos sus directores?” Pienso que si lo necesario fuera lo que decide la persona que cuidamos, en este país no se sujetaría…

Mientras haya personas sujetas, deberemos de ser menos complacientes porque por desgracia para las personas que cuidamos, el poder lo tenemos los profesionales que cuidamos: “Si yo autocuestiono mi hacer mis pacientes dejarán de estar sujetos, y si no lo hago seguirán sujetos…” El origen del problema de sujetar no radica en la persona cuidada, el déficit no está en el paciente, el déficit está en la organización que no sabe cómo cuidar sin sujetar. Lo positivo es que a cuidar sin sujetar se aprende. Solo hay que querer hacerlo.

Atar y sujetar; técnicamente es sujetar, pero emocionalmente es “atar”; debemos de ser concientes de ello. No me gusta la palabra atar, pero seguir diciendo que se sujeta resulta a veces un eufemismo, porque aunque técnicamente sea “sujetar”, emocionalmente “para quien lo vive” es “atar”.  Nos guste o no, esas son las emociones que la realidad de la sujeción provoca en las personas una vez que la conocen. 

Respecto a la vivencia de la dignidad por parte de la persona cuidada y las sujeciones, en mi experiencia y después de años trabajando la retirada de sujeciones, he podido llegar a la firme conclusión de que “nadie quiere estar sujeto, los pacientes no entienden que se les sujete y viven la sujeción como indigna”. Estoy firmemente convencida de que cuando al paciente le presentas dos opciones de cuidado, una que supone sujetar y otra que supone, con la misma seguridad, cuidarle sin sujetar, nunca escoge la primera opción, siempre opta por la segunda. Y esto es lo que me conduce a “denunciar”, que seguimos sujetando y debemos de dejar de hacerlo y que tenemos que centrarnos más en la persona y en la calidad de vida en el cuidado.

No resulta aceptable seguir sujetando argumentando que para no hacerlo es necesario un mayor ratio de personal; es lógico suponer que todo sería más fácil con un ratio mayor de personal, pero como he manifestado largamente, ni en las organizaciones que han dejado de utilizar las sujeciones ha sido necesario aumentar el personal, ni en las organizaciones que cuentan con un  mayor ratio de personal la prevalencia de uso de sujeción es menor que en aquellas con menores ratios, sean privadas o sean públicas.

El uso de sujeción es algo generalizado, que no solo ocurre en los centros de atención a personas mayores, sino también en los hospitales, en los centros que abordan la salud mental, e incluso en centros para personas con discapacidad, y que no solo ocurre con pacientes de perfil geriátrico, sino que, como dice el artículo, es algo cultural, es cultura de país, algo, como digo, generalizado, algo de valores de país, de forma que le damos peso a la seguridad, y eso está muy bien, pero hemos desequilibrado la balanza, y la seguridad pesa tanto que “ahoga” al resto de valores. Y el problema es que no nos centramos en la persona. No se trata de maltrato, se trata de que el objetivo es la eficiencia en gestión y no la persona, no la eficiencia en calidad de vida en el cuidado; el objetivo no es la humanidad en el cuidado, no lo es, y sin embargo ese debería ser el objetivo. Porque eso es cuidar.

Y en todo esto la administración pública está en general ausente, porque si estuviera presente, nuestra prevalencia de uso de sujeción no sería tan alta. Y cuando está presente, a veces no lo hace desde la positividad, lo hace desde el castigo, desde las multas, desde las demandas… Y eso no está bien, porque no construye nada. Estar presente significa apoyar iniciativas que ayuden a las entidades a comprometerse con valores que cambien la cultura del país, estar presente significa acompañar a los centros en el cambio, tenderles la mano y comprenderles, entender que el cambio es complicado, que equilibrar la balanza de los valores resulta muy difícil y que a veces, en ese camino, se encuentran solos; estar presente es también entender que hay familias que colaboran, y ayudan al cambio, y otras que no, que dificultan el proceso y amenazan con demandar. Estar presente no es castigar sin haber acompañado previamente, sin haber enseñado previamente.

Y estar presente no es entender “solo” que se debe de sujetar bien y ya está; estar presente es avanzar en profundizar en lo que quieren las personas que cuidamos, y existiendo la posibilidad de que se les cuide sin sujetar, eso es lo que quieren las personas que cuidamos… Es que no se trata de que haya posibilidad de elección, centros que sujetan y centros que no sujetan; no, simplemente no pueden seguir existiendo centros que sujetan, aunque lo hagan bien. Como digo, cuando al paciente le presentas dos opciones de cuidado, una que supone sujetar y otra que supone, con la misma seguridad, cuidarle sin sujetar, nunca escoge la primera opción, siempre opta por la segunda. Entonces…, ¿por qué siguen existiendo centros que sujetan?, ¿por qué en este país no todas las personas mayores dependientes tienen la posibilidad de elegir que no les sujeten?.

No está bien generalizar, porque hay comunidades donde la administración pública se está implicando y comprometiendo con el problema, pero en la mayor parte de ellas, su compromiso es muy escaso; no es tan escaso con el “sujetar bien” pero sí es escaso o incluso nulo con el “dejar de sujetar”.
Lo expuesto no dice nada más que todo eso. Duro, sí…, a veces el mensaje tiene que serlo, porque lo que está ocurriendo es duro. Seguimos sujetando, seguimos transgrediendo derechos de las personas que cuidamos y seguimos haciéndoles sentirse indignos. Y lo estamos haciendo todos, los profesionales que no admitimos que debemos de “aprender a trabajar sin sujeción”, porque no se trata de nada más, las administraciones que deben de empezar a exigir y enseñar no solo el “buen sujetar”, sino en el “no sujetar”, y por supuesto la familia, sin cuya compresión y acompañamiento el cambio resulta imposible.

La mejora continua y el desarrollo de la calidad es algo reconocido y bien aceptado en todas las organizaciones. ¿Y por qué en este caso no?. No considero correcto proceder únicamente con la denuncia de una situación sin aportar soluciones para corregir lo denunciado. Esa es la razón por la que yo misma ofrezco una metodología de trabajo que permite corregir el uso de sujeción, e incluso, si se desea, con programas formativos individualmente adaptados a las necesidades y posibilidades de cada organización, así como el reconocimiento a una buena labor para las entidades que deseen agradecer el esfuerzo a sus equipos de gestión. ¿Por qué esta cuestión sigue siendo después de tantos años objeto de tanto debate?. No es razonable…

Sería bueno que dejáramos de polemizar sobre este tema. Se trata de un  tema de salud; cuidar sin sujeciones desencadena un efecto positivo en la salud de las personas y es un obligación moral apostar por ello.
Quiero finalizar este escrito animando a las organizaciones a cambiar, a transformarse. Os animo a salir de la complacencia autocuestionándoos, molestándoos porque se os critique pero inmediatamente reaccionando y cambiando vuestras formas de hacer, para dejar de sujetar. Vivid mi crítica como un regalo, como un oportunidad de mejorar y de transformaros. Y veréis lo satisfactorio que os resultará ver cómo vuestro esfuerzo repercute positivamente en la salud de las personas que cuidáis. Cada persona y cada organización construimos nuestra propia realidad, nosotros elegimos lo que queremos ser. ¿Queremos seguir enfadados o queremos convertir esto en una oportunidad?. Eso, cada persona y cada organización tendrá que decidir…

Y por supuesto animo a la administración pública a entrar en el cambio apoyando de una manera más explícita y valiente un modelo de cuidado que no sujeta. En ese camino y con la inestimable colaboración, implicación y apoyo de muchas otras entidades completamente comprometidas con un modelo de calidad de vida y sin las cuales esto no sería una realidad, todas juntas intentando cada día explotar el tremendo potencial de las personas y las organizaciones que en España se dedican a cuidar, podréis contar con la Fundación Cuidados Dignos y el Programa Libera-Care, y como no, con los otros tres programas para el acompañamiento y formación en la eliminación de sujeciones que existen actualmente en España, el Programa Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer, el Programa Cuidados de Demencias sin Sujeciones y el Programa No Sujetes, así como con todos los centros que distribuidos por todo el país ya están trabajando en un modelo sin sujeciones.

Por eso os animo a entrar en el cambio y ¡cambiar! ¡Os deseo mucho éxito!
Fdo: Ana Urrutia Beaskoa